sábado, 27 de septiembre de 2014

Los Bosques de Open Door

sábado, 27 de septiembre de 2014
Open Door, para quienes no lo conocen, es una localidad del partido de Luján, Buenos Aires. Como muchos otros pueblos, nació con la llegada del ferrocarril, y tomó forma a principios del Siglo XX, cuando se inaugura la Colonia Nacional Neuropsiquiátrica Domingo Cabred. El pueblo adquirió su nombre por el sistema terapéutico "Puertas Abiertas", un sistema que permite que los pacientes deambulen a su suerte por el predio cuan zombies. Antes el predio era un pueblo aparte, en el que se les enseñaba a trabajar a pacientes: había un tambo, una pequeña capilla, un frigorífico y mucho más, y si bien actualmente funciona el hospital y casi todos los edificios con casi la misma finalidad que antes, mucho de lo que era se perdió por la falta de mantenimiento o el abandono total. 
Les hago un rápido paseo fotográfico de algunas cosas locas, y otras no tanto, de lo que se puede encontrar en Open Door. Cabe destacar que es un lugar privado, de difícil acceso, y bastante peligroso si no se entra con permiso de alguien del lugar (y la Colonia no se hace responsable si algún paciente los agrede), sin decir más, recordemos que en este lugar hasta las jaurías de perros pueden ser peligrosas para el hombre.










El predio del hospital y donde funciona el sistema está cerrado por cercos y matorrales que con los años se convirtieron en un monte boscoso, donde la naturaleza tomó libertad por sobre las construcciones del hombre. Aún así, se pueden observar los pabellones y casas de estilo colonial como en muchas otras partes de la localidad de Luján. También hay otros detalles y construcciones más extravagantes: una esfinge solitaria y decapitada adorno de la entrada de uno de los edificios, alucinantes pergolas de estilo romántico y antiguo decorando lo que otrora fueron plazas, un nefasto horno industrial para los desechos del hospital (ahora completamente abandonado o usado para basura corriente), y uno de los que me resulta más inquietantes: una fuente frente al antiguo matadero con temática porcina y de construcción alta y espiralada como el cuerno de un unicornio, en el que algunas veces se encuentran ofrendas de flores. 








Su deidad Porcina...

La fuente del Cerdo, está ubicada justo en frente de la entrada de un tétrico criadero y matadero de cerdos, actualmente en abandono. Les dejamos uno de nuestros videos donde se aprecia su interior, y lo peligroso que puede ser el lugar...


Más fotos de los bosques y algo de su fauna/flora...






Los caminos son de asfalto, angostos y rectos, respetando las elevaciones naturales del lugar, con árboles torcidos y raquíticos por la escasa luz y los vientos. Hay zonas en las que realmente no se ve el sol en verano, debido a que la abundante flora lucha por crecer y atrapar cualquier atisbo de luz que se filtre entre los árboles mayores. Las hojas que caen en otoño con frecuencia duran más de un año secas y crujientes en el suelo, como si la tierra fértil ya no pudiera alimentarse más, dejando un colchón de varios centímetros que se acumula año tras año. La mayor parte de la flora no es autóctona y de hecho, fue traída y cultivada por el hombre cuando la Colonia estaba en su auge.

 

Extraña escritura con letras del alfabeto griego (?) se puede apreciar el uso de lambda y sigma, sobre un texto aparentemente en español.

En el camino se pueden encontrar varias líneas de acequias, que alguna vez fueron canales de riego, también hay puentes pequeños y lagunas sin rastro de peces.


La parte más amplia del bosque termina en un brazo del Río Luján y lo cruza un puente largo y descuidado conocido como "El Puente de los Huesos". Es un lugar mítico y no muy recomendado por la gente del lugar, debido a que es un punto favorito de tragedias (varios suicidios especialmente). Se cree que tiene relación con el avistaje de duendes y criaturas similares a monos de mediano tamaño. Muchas personas dicen haberlos visto, y algunas de ellas incluso terminaron en la misma Colonia de Open Door bajo un cuadro de locura. El camino es de tierra, irónicamente se trata de una avenida que se puede tomar en el centro mismo de Luján y que no ha sido asfaltada en su totalidad (Av. Fernández Beschtedt, Luján). En el otro extremo del monte, esta vez sin ser parte del predio de la Colonia, se encuentra un castillo...



Se trata del Castillo Naveira, uno de los lugares más misteriosos de toda la zona, y es que ni siquiera la gente de Open Door y Luján, salvo casos muy aislados, han llegado a verlo en persona. Se encuentra habitado por la familia Naveira, y no es público, así que no se puede visitar a menos que se vea desde el aire con una avioneta (Muy cerca está el Aeroclub). La arquitectura es excéntrica y exquisita y hace muchos años tenía una decoración medieval digna de un museo, y con objetos de varias partes del mundo de estilo gótico y romántico. La historia de su construcción se remonta a 1841 cuando Enrique Beschtedt compra el terreno y contrata a uno de los ocho arquitectos que trabajaron en la Basílica de Luján, el belga Ernesto Moreau, para la obra.



 

Open Door es un lugar particular, es un pueblo muy pueblo que se mantiene igual a través de los años, lugares como éstos que visitamos parecen pertenecer a un país distinto y lejano, y cuesta mucho creer que están esparcidos y perdidos a unos kilómetros de Capital Federal en este pequeño pueblo de Luján. La mayoría de estas obras de arte perdidas ni siquiera son conocidas por los habitantes y seguro hay muchas más que nadie ha visto por décadas y seguirán siendo devoradas por la naturaleza o destruidas por la venta de tierras para construir barrios privados. Si tienen la oportunidad de verlas antes de que desaparezcan para siempre, ¡háganlo! sinceramente es un viaje corto que les pondrá la piel de gallina y los hará sentir dentro de una película de terror (muchas partes del bosque son idénticas a la de la película The Blair Witch Project). Eso sí, no vayan solos, vayan con alguien que conozca el lugar o pidan permiso para entrar, lleven ropa cómoda, especialmente pantalones largos y borcegos o zapatillas altas (no es un lugar para ir con sandalias ni chancletas), lleven cámara y repelente de mosquitos en cantidad. 
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Las fotos del Castillo Naveira pertenecen en su mayoría a Magda Pereyra.
Todo el material se utiliza con fin ilustrativo y educativo.

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