Dedicamos nuestro tercer día en Mendoza a una excursión. Todos los hoteles tienen en el lobby una carpeta de paseos, y en la misma recepción del lugar se pueden contratar y no hay que moverse para nada, ya que te vienen a buscar al hotel. Me parece una iniciativa buenísima para los turistas que al llegar a un lugar no saben muy bien qué hacer o cómo ir a tal lugar que vieron desde fotos o webs. La carpeta es muy amplia y detalla los recorridos, el costo y la duración, hay tours de algunas horas y otros que duran todo el día, como fue nuestro caso. Elegimos el paseo "Alta Montaña", porque queríamos ver cuevas (lo que nos llevó a Mendoza fueron las ganas de conocer El Castillo Pincheira o Las Cuevas de las Brujas que son formaciones cavernosas únicas, inquietantes y sumamente hermosas). A las 07:30 Hs puntuales comenzó nuestro viaje...
Potrerillos: Gruta San Zenón de Verona
Nuestra primer parada fue en Gruta San Zenón de Verona, con una vista panorámica al Dique Potrerillos.
Antigua Estación de Ferrocarril Trasandino (FCA)
El Ferrocarril Trasandino Los Andes - Mendoza, conocido en Chile oficialmente como Ferrocarril Trasandino Chileno (FCTC) y en Argentina como Ferrocarril Trasandino Argentino (FCTA) fue un ferrocarril, hoy en ruinas, que unía la ciudad chilena de Los Andes y la ciudad argentina de Mendoza. Fue inaugurado el 5 de abril de 1910 luego de superar muchas dificultades los años anteriores. Operó hasta el año 1984. Hoy en día se pueden apreciar a lo lejos y perdidas entre las montañas los rieles y lo que queda de las estaciones que aparecen fantasmagóricas entre las rocas...
Ruinas Arqueológicas Incaicas
Antiguas construcciones, sabe dios de qué formas, que hoy aparecen tiradas en el suelo como sabiendo que su antigua majestad desapareció definitivamente.
Puente Río Cacheuta
Otra de las paradas fue esta especie de valle por el que se ingresaba desviando por cierto lugar, invisible para el que no lo conoce, y que en la época de San Martín, por lo que nos explicaron, era una parada obligatoria para los soldados que marchaban hacia los andes. De hecho, era una especie de fuerte, con construcciones que desafían la imaginación y que se supone sirvieron de refugio o incluso depósito y hospedaje. Su principal atractivo es un arroyo/río que lo cruza de norte a sur y que transporta en sus corrientes una de las más puras y frescas versiones de aquel viejo amigo, el agua, con sus propiedades nutritivas, vitamínicas e incluso mágicas, que nacen en los picos helados de las montañas.
Se dice que el que bebiera esas aguas una vez, encontraría pareja, dos veces, se casaría, y tres veces, cambiaría de sexo. Es inquietante que algo en la tierra, invención de la Madre hace miles de años, pudiera tener esos atributos, ya que sólo hace unos pocos años se viene discutiendo en la humanidad la posibilidad real de sus efectos.
Uspallata
El valle iridiscente e increíblemente verde de Uspallata, en medio de montañas, praderas y otras formaciones rocosas altamente secas, se plantó ante nosotros con la fuerza de varios asombros, y desplegó ante nuestros ojos una belleza indescriptible.
Se trata de un pequeño oasis en el medio de la nada, habitado por personas que no entendemos qué pueden hacer allí, salvo disfrutar del paisaje, y casas exclusivamente de vacaciones, o disposiciones arquitectónicas especialmente adaptadas para hacer telenovelas o películas muy conocidas (como "Chiquititas").
Son conocidos algunos albergues/hoteles y restaurantes, y la posibilidad de hacer pequeñas excursiones a caballo en esos establecimientos. No tuvimos la oportunidad de hacerlo, pero alguna vez volveremos y podremos hacer una revisión y crítica más exhaustiva de este lugar.
Al entrar al pueblo nos encontramos con una "casita de té" justo al lado de nuestra parada de excursionistas [Av. Las Heras s/n, Uspallata]. El lugar, una pequeña y cálida cabaña de madera y piedra, adornada con distintas herramientas y adornos de alpinismo, montaña y mendoza en general.
La verdad es que a esa hora aún hacía algo de frío así que no se nos ocurrió probar el té, pero sí el café y el chocolate caliente acompañados de algunas medialunas y una caja de bombones de un chocolate super refrescante (en serio), placenteramente suave y sabroso, tenían variedad para elegir de un mostrador, pero en general las combinaciones no eran las mejores así que optamos por unos pocos de frutos, coco, y saborizados.
Polvaredas
El pueblo de Polvaredas se cree que lleva su nombre porque deviene del polvo que levantaban los continuos vientos que arrasaban el lugar y que aún persisten. Aún así, el lugar se volvió famoso cuando era una de las estaciones del ferrocarril trasandino. Hoy en día es una parada más en el camino a Chile y las excursiones, aunque el verdadero atractivo de este pueblo casi en ruinas se encuentra en la estación invernal, cuando se puede recorrer la antigua y olvidada estación ferroviaria cubierta por la nieve. Polvaredas actualmente cuenta con menos de 200 habitantes. Y olvidamos sacar fotos de este lugar, así que les dejamos una tomada de internet...
Punta Las Vacas
Es otro pequeño pueblo olvidado a la vera del camino que tuvo su esplendor con la llegada del ferrocarril y hoy en día está casi abandonado (tiene menos de 50 habitantes).
Villa de Los Penitentes
Los Penitentes es una localidad de centro de esquí, y al igual que las demás paradas tiene más flujo de visitantes en invierno, cuando la nieve le da su mejor atributo para practicar algunas atractivas actividades invernales. Las formaciones rocosas que se ven desde la pista en la base de la colina aparentan una peregrinación de monjes, de allí su nombre.
Penitentes posee más de 300 ha de superficie esquiable, cubierta en invierno por una inmejorable nieve polvo, seca y compacta.
Puente del Inca
Puente del Inca es una formación rocosa que forma un puente natural sobre el río Las Cuevas. Está curiosa geoforma, unida a un abandonado hotel de baños termales, lo han convertido en un punto turístico destacado, actualmente considerado un Área Natural protegida.
Esta curiosidad geomorfológica tiene unos 48 metros de longitud, 28 de ancho y 8 de espesor, y se encuentra suspendido a 27 metros sobre el río. Penden de este puente natural una serie de estalactitas, inflorescencias cálcicas y en invierno agujas de hielo. La formación se produjo por la erosión hídrica del río Las Cuevas que creó un pasaje a través de las morrenas (sedimentos por el retroceso de glaciares) depositados en el valle con forma de artesa ("U"). Las aguas minero termales cementaron luego la zona con una carcasa ferruginosa, lo que le otorgó su curiosa forma y un colorido en los tonos del naranja, amarillo y ocre.
Los habitantes de Puente del Inca utilizan de forma muy creativa las sulfurosas aguas del río para crear artesanías. La exposición de objetos durante un mes al agua de Puente del Inca los recubre de una capa de azufre. Por lo que hay varios puestos de artesanos que arrojan desde juguetes, hasta vasijas y zapatillas al agua, y luego de transcurrido el tiempo los retiran, quedando como estas:
Cementerio del Andinista
Lugar donde descansan los restos de aquellos que perdieron la vida intentando escalar el Aconcagua...
Aconcagua y Reserva Aconcagua
Su Majestad el Aconcagua... un mirador que permite apreciarlo en toda su imponencia.
Las Cuevas
Bien. ¿Se acuerdan que a principio de post mencionamos que queríamos visitar cuevas? fue una inesperada sorpresa para nosotros cuando nos dijeron que "cuevas" era en realidad "Las Cuevas" y no eran cuevas en la piedra viva si no un pequeño pueblo con estilo a Viejo Oeste ubicado a 3200 msnm, de no más de 11 habitantes... Para los interesados en ver cuevas verdaderas les recomiendo aterrizar en Malargüe o contratar un turismo que visite directamente "Cuevas de las Brujas" o "El Castillo de Pincheira" ya que ninguna de las excursiones que vimos nos dejaban ni remotamente cerca (vean en el mapa donde se encuentra Malargüe y nos entenderán).
La parada en Las Cuevas fue luego de bajar del cerro Santa Helena, luego de viajar muchas horas y siempre en ascenso. Resultó muy ameno por fin bajar y almorzar-merendar en el único restaurante del pueblo "Nido de Condores". Luego de tanto se sintió como uno de los mejores platos que hayamos comido alguna vez, a pesar de que era una especie de tenedor libre para trabajadores de la zona, y que los platos eran humildes y de preparación casera.
El Estofado era carne vacuna cocida al vino y especias durante aproximadamente 5 horas en horno de barro, con una técnica heredada lo suficientemente efectiva como para hacer que la carne no salga dura o desentonada. No por ser exquisitos, podría decir que le faltó alguno que otro condimento, pero el resultado final, sumado a nuestra colosal hambre, fue de una exquisités abrazadora y reconfortante.
Además servían pollo y otras pequeñas preparaciones, guarniciones y bebidas. Si fueran alguna vez, este combo que hace recordar a la abuela y al más encantador de los alivios, es altamente recomendado.
Cerro Santa Helena
El final del recorrido era la cumbre del cerro Santa Helena, a algo más de 4.000 metros de altura y que nos dejaba directamente en la línea divisoria con Chile. Subimos por los vertiginosos caminos de tierra suelta, que parecían ceder más en cada curva, siempre con la custodia del coloso plateado, el Aconcagua.
La vista es impecable, aunque cabe aclarar que está muy colonizada una vez en la cima, ya que no faltan puestos de chocolate caliente, alfajores, adornos y recuerdos, incluso vestimenta autóctona. Es algo que quizás no todos esperarían de una cumbre de un cerro en el medio de la frontera.
El monumento del Cristo Redentor, sólo se puede visitar en verano y sujeto a ciertas condiciones climáticas que lo permitan. Está emplazado a 4200 msnm. y simboliza la unión entre Argentina y Chile.
Creo que este pequeño momento (pues es difícil describirlo de otra manera), fue el más satisfactorio de todo el recorrido. Contemplar los picos de las demás montañas, hermanas lejanas, accidentadas y eternas, con el viendo calando hondo llevando a cada parte de nuestro cuerpo un frío apocalíptico para mediados de febrero, la vista que parecía en cambio observarnos a nosotros, con ojos grandes, allá por donde la luz del sol era más fuerte. Esa es la sensación que provocaron ese combo, superior a todas las comidas probadas hasta ese momento en nuestro viaje: el espeso chocolate caliente, casi una barra de chocolate de repostería derretida íntegramente, entre una dulzura delicada y una fuerza sobrenatural, acompañado de aquel alfajor de membrillo, un acompañamiento digno. Dudo probar nuevamente un chocolate caliente como aquél, a no ser que vuelva al pico del Santa Helena, o que experimenten y compartan las mismas sensaciones.
En fin, fuimos a Mendoza buscando nuevas experiencias y las encontramos, lo que no pudimos ver son verdaderas cuevas, pero eso nos hará volver en un futuro cercano.
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