Durante años creí que este extravagante lugar no era otra cosa que una ferretería, no es que tuviese cartel de ferretería o algo relacionado, sino que tenía tantos pequeños carteles de marcas y chapitas en una entrada de casa antigua que uno no lo relacionaría con un viejo restaurante, si no con cualquier otra cosa. La recomendación vino de una amiga, así que aprovechando la noche lujanense fuimos a ver qué tal era...
El restaurante se llama simplemente 1900 (Bartolomé Mitre 387 casi esquina Colón), y es resto-bar. Se trata de una casa antigua en cuyas habitaciones hay mesas muy bien ubicadas, ya que abarcaron de forma amena todo el espacio que tienen sin hacer sentir a los comensales como que están en un ascensor lleno. Toda la decoración se describiría como cachivache -en su mejor sentido- o Kitsch, para los exquisitos: varios pergaminos, colección de latas de diferentes marcas, chapas de marcas antiguas o extranjeras, patentes viejas, posters, máscaras de madera y demás.
Al ingresar casi se podía saborear los platos sólo con la mezcla de olores: especias como orégano, pimienta, albahaca, y entre otros olía a mostaza, a casero y tal vez un poco a museo...
A primera vista tal vez el lugar les parezca muy anticuado, muy para octogenarios o extraño, pero en realidad es bastante cálido, aislado para quienes deseen privacidad, y la comida es estilo casera y suficientemente buena para quedarse. Otro punto a favor son los precios, no sólo son accesibles si no que pareciera que se quedaron con el menú de los 90'.
Nuestra ubicación fue justo debajo de esta máscara de madera, no estamos seguros de qué bestia mitológica se trata, pero supusimos que es un grifo. Debajo de un gran grifo cenamos...
Nos entregaron un extenso menú para elegir, es realmente impresionante porque tienen de todo: pastas, mariscos, pescados, carnes exóticas (cabra, cordero, perdiz, conejo), sándwiches, ensaladas, tartas, pizzas, vinos... realmente era un menú muy completo.
Como pre-aperitivo nos dejaron una mayonesa especiada casera junto a pancitos saborizados...
No sé cuánto esperamos, pero no fue demasiado hasta que llegaron los platos principales. Muy similares entre sí, casi todos parecían preparados o terminados con la misma salsa, y las papas eran idénticas, pero se trataban de platos elaborados y presentados de manera casera, es comprensible. Lo que no es tan comprensible es que las porciones fueran tan pequeñas, y aunque inmediatamente después de comer uno se podía considerar satisfecho, la ilusoria sensación desaparecía al rato.
Conejo a la mostaza con papas.
Y lo digo como título, porque sonaba importante y exquisito.
No fue del todo así. El corte que sirvieron, aunque para algunas preparaciones es ideal (la carne, no el corte, ojo), era el cuero que recubría el tórax y espalda del animal, sin casi nada de carne y mucha grasa. No sabía mal, ni mucho menos, pero faltó sabor, fallaron en el corte (generalmente se usa la indivisible fórmula pata/muslo), y la salsa de mostaza era mostaza caliente -quizá reducida con agua o crema- tirada sobre la carne, así no más. Un plato que no volvería a comer.
Pollo al verdeo, con papas...
Era pollo, como quien dice pollo cocido con sal, pimienta y condimento para aves (no mucho, porque le faltó intensidad), con una crema de verdeo un poco sosa. Y papas.
Y chivito uruguayo, que no estábamos seguros de si el animal era de Uruguay y lo fueron a buscar hasta allí (porque tardó mucho en llegar a la mesa), o si era la preparación. De hecho investigamos y descubrimos que es un plato típico en Uruguay.
Venía al estilo lomito, en sandwich, y como mencionamos antes fue lo que más tardó. Otro plato que no estuvo mal, pero que faltó. Aunque el nombre hace referencia al Chivo/animal, no es más que un tipo de preparación, que generalmente usa carne vacuna, aunque con variaciones como pollo. El sabor estuvo bien, sin mucho que criticar, pero nada comparable al Lomito Argentino (en especial los de Mendoza). Esperaba más sazón, más fuerza, pero fue un sandwich común, sólo que con nombre raro.
Los platillos salen de la cocina directo a la mesa conforme se van terminando, y generalmente no llegan todos al mismo tiempo. Si quieren comer todos a la vez, pidan que saquen lo más lentos antes, y expliquen que tienen que llegar todos juntos.
O pidan pastas, como queremos hacer en alguna otra oportunidad. El lugar, más allá de la experiencia específicamente culinaria que hemos tenido, lo vale.
Como un tip extra, no es recomendable llevar niños debido a las proporciones y frágil decoración del lugar.
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