En nada igualado a los descritos en Macarons de l'Vie, estos "maxi macarons" que de maxi (en cuanto a tamaño) no tenían nada de diferencia a los macarons comunes y corrientes, eran chatos y con poco sabor a masa y relleno, y más a dulce fabricado (al estilo bocadillos Arcor), con un leve dejo a Huevos Kinder para el de chocolate, y un aceptable gusto a maracuyá y naranja pero sin el brillo que El Nombre del Postre nos tiene acostumbrados. El valor de c/u es de 10 AR$ (2 US$).
Pero dejando de lado lugares concretos, al ser objetivo con el sabor, textura y composición, debo decir que faltó intensidad, separación y unión de los distintos ingredientes.
Tampoco debo exagerar y pecar de injusto, porque mal sabor no tenían. Simplemente declaro que no son perfectos como nos tiene acostumbrado esta bocata, la madre de las Delicatessen. Y esto debo, lamentablemente, sumar al resto del pedido, que se lució por desagradable.
De acompañamiento pedimos Frappé de Capuccino (15 AR$ o 2.50 US$), que nos sirvieron sin Crema Chantilli, porque se les ocurrió no tener; y con tanto hielo que a un poco menos de la mitad era totalmente intomable. Rache me comentó que los frappés que ella había probado de ese mismo local eran bastante sabrosos, pero éste que nos sirvió esta amable chica, era tan asqueroso como lucía.
En síntesis, en esta fugaz visita al Olimpo del Colesterol, nos llevamos una decepción y media. La entera, hecha y derecha, por el triste intento de Frappé, desabrido y feo, aguado y soso. Y la media, por estos macarons que lucían bien en el cartel, pero que no alcanzaban a tener 10 por falta de cocción (lo que causa esa forma Moneda) y porque la conjunción de sabores, textura y composición, era simplemente aceptable.
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